lunes, 27 de febrero de 2017

DISTRIBUCIÓN DEL SITIO ARQUEOLÓGICO DE PALENQUE


Con un crecimiento sostenido por cerca de 400 años, fue considerable el aumento de población, que se extendió por los valles cercanos a Xupá, Becán, Chacamax, Misolhá y Tulijá, donde se desarrolló al máximo la actividad agrícola. En la época de su apogeo, esta expansión territorial significó también su expansión política y militar, y llegaron a dominar un vasto territorio poblado por cientos de sencillas aldeas de agricultores y pequeños centros más complejos de acopio, ciudades medianas y grandes centros urbanos, donde Palenque destacaba como centro nuclear.

Palenque es producto de una prolongada actividad constructiva, lo que hoy vemos es una mínima porción. En la parte central dominan varios conjuntos. Una larga plataforma, producto de distintas épocas, que corre de oeste a este y que cierra el espacio en el extremo sur, adosada a las estribaciones de la sierra, se inicia el Templo de la Calavera, el de la Reina Roja, y termina con el edificio de las Inscripciones. Frente a este conjunto, una amplia explanada se abre con varios desniveles que descienden hasta el Templo del Conde y el Grupo Norte, en el extremo norte, y casi al centro de este importante espacio se sitúa el conjunto del palacio, y al sureste, el Juego de Pelota.




El arroyo Otolum, encauzado mediante un acueducto, cruza el área monumental de sur a norte. Entre el palacio y la plataforma que se eleva en el extremo este del sitio, se construyeron en torno de una plaza los edificios del Sol, la cruz de Palenque, la Cruz Foliada, el XIV y el grupo XVI. Sobre esta plataforma, más arriba hacia el sur, se levantan el XVII XIX y XX, entre otros más en proceso de exploración.

El grupo norte forma el límite del sitio; en su parte baja, que desciende abruptamente de la serranía, se construyeron diferentes conjuntos habitacionales cercanos al arroyo Otolum, como son el grupo C, B y los conjuntos I y II. 





Para saber más: El Templo de las Inscripciones: Palenque, Alberto Ruz Lhuillier. 

viernes, 24 de febrero de 2017

AGUATECA Y SU REPENTINA CAÍDA 



Aguateca es un sitio maya inserto en la región de Petebaxtun, situada a 110 Km al suroeste de la ciudad de Tikal, era una urbe de rango medio que alcanzó su florecimiento y total ocupación en el periodo Clásico Tardío. Hay evidencia de guerra en el sitio ya que fue atacada por grupos de los cuales no se conoce con exactitud su procedencia. La presencia de numerosas murallas asociadas a las estructuras, así como abundante materiales con indicadores de daño. 




Se piensa que los habitantes de Aguateca fueron atacados mientras estaban ocupando las estructuras y tuvieron que dejar sus pertenencias de una manera repentina sin la oportunidad de poderlas llevar hacia el nuevo asentamiento, ya que son artefactos y recursos indispensables para la subsistencia.

Existen evidencias para el 761 d.C. del posible ataque. Su gobernante, K’awill Chan K’inich o Gobernante 4, fue conocido por una serie de batallas y guerras exitosas, aunque después de 761 dejó de erigir monumentos tallados. El final de Aguateca no es del todo cierto, pero algunas inscripciones en el centro de la urbe del Tamarindito sugieren que pudo haber sido derrotado en una batalla, o que posiblemente escapo hacia el exilio.




Fuentes:
Ponciano, Erick, Takeshi Inomata, Daniela Triadan, Estela Pinto y Shannon Coyston 1998 Aguateca:
Evidencias de un abandono repentino en el Clásico Tardío. En XI Simposio de Investigaciones
Arqueológicas en Guatemala, 1997 (editado por J.P. Laporte y H. Escobedo), pp.799-811. Museo
Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital)

jueves, 23 de febrero de 2017

EL SANTUARIO DE SACROMONTE 



Los cerros han sido lugares de culto desde tiempos remotos, en la época prehispánica estos lugares recibieron una especial atención por los grupos asentados en la Cuenca de México y fueron dotados de un alto grado de ritualidad, con la llegada de los españoles esto no terminó sino que se adecuó con las nuevas corrientes religiosas. Una de las demostraciones más tempranas de esto fue la aparición en Querétaro de grupos de concheros que acompañados de instrumentos cordófonos mantenían ciertas prácticas de sus antepasados inmediatos originarios de estas tierras, pero cargados de un alto grado de devoción por la naciente tradición católica en México.

Estos grupos de “concheros” dividieron el Centro de México en 4 rumbos o vientos, 2 de ellos femeninos donde moraban vírgenes y 2 de ellos masculinos donde moraban cristos, la crónica de San Luis Montañez podría ayudar a ahondar más en este tema, lo que nos ocupa es que precisamente el Sacromonte de Amecameca fue uno de estos recintos tan importantes para estos grupos, siendo uno de los “vientos” masculinos.




En 1524 los primeros franciscanos llegaron a la Nueva España, el llamado “grupo de los 12” comandado por Fray Martín de Valencia que era quien poseía el grado más alto en la jerarquía de la iglesia llegó para iniciar la labor de conversión de los indígenas en la capital de la Nueva España y poblados cercanos, es aquí donde Valencia se aposenta en Amecameca. Se dice que desde una cueva en lo alto del cerro que antes albergaba un templo consagrado al Dios Tezcatlipoca, el fraile contemplaba y se retiraba a hacer oraciones en favor del Dios católico que era recién llegado a estas tierras.



A partir de ahí, se edifica para finales del siglo XVI una pequeña capilla de modestas proporciones, esta capilla funcionaría como punto clave para la evangelización de los indígenas en la región, el monasterio mezcla elementos arquitectónicos propios del Barroco y del Neoclásico, actualmente se venera la imagen de un Cristo hecho con pasta de caña de maíz del siglo XVI y que fue parte de una serie de trabajos en este material que incluso llegaron a tener tanta importancia para que varias de las piezas se trasladaran a los principales recintos religiosos en España. También encontramos la imagen del Señor del Sacromonte que desde 1584 se considera como una imagen muy milagrosa entre la población del lugar y de otras partes del país.

El resto de la composición religiosa fue edificada en el siglo XIX por el cura José Guillermo Sánchez de la Barquera para representar las estaciones del Viacrucis, estas construcciones corresponden al estilo neoclásico, también es posible observar algunas tumbas datadas para el siglo XIX. Este santuario es uno de los más importantes en México y es muestra de las dos grandes tradiciones que están presentes en el pueblo mexicano contemporáneo: la mezcla entre la corriente prehispánica y la religiosidad europea.





Para saber más:
Miércoles de Ceniza: Fiesta Religiosa Pagana en Amecameca, Estado de México., Noé Jacobo Faz Govea

miércoles, 22 de febrero de 2017

DIOSES EN LOS CÓDICES: EL DIOS M


El rasgo que más representativo a este dios en los códices, en especial en el códice Madrid es que esta dibujado con pintura corporal de color negro. Schellhas lo llamo “Dios M” al dios negro con los labios rojos. 

Señala que aparece como una deidad anciana, con el labio inferior caído, desdentado y al boca rodeada por un aro de color café-rojizo. Destaca además de estos rasgos, la aportación de un tocado compuesto por sogas en nudo, rasgo característico de los comerciantes indígenas. 

Este personaje lleva una cola de escorpión y muchas veces ha sido relacionado con simbolismos celestes, como el planeta Venus.

Thompson le asigna el nombre de “Ek Chuah” voz que le da relación directa con los mercaderes y ratifica su naturaleza estelar. 

Su representación acompañada con escenas de caza de animales, como el venado, le hizo suponer a Thompson que también tenía relación con la cacería. En suma el dios M esta fuera de los cánones de representación maya, sobresale la U que rodea su ojo y el labio caído, probablemente, según Karl Taube, puede tener un origen foráneo y se relaciones con la deidad posclásica Yacatecuhtli.





Fuentes:
Sotelo Santos, Laura, Los dioses del Códice Madrid. Aproximación a las representaciones
antropomorfas de un libro sagrado maya, UNAM, México, 2002. P. 211.

martes, 21 de febrero de 2017

LA PIEDRA DEL CONEJO 


Este monumento se encuentra dentro de lo que fueron los terrenos de la antigua hacienda de Tomacoco en Amecameca Estado de México, lamentablemente día con día el monumento se sigue perdiendo debido a la falta de cuidado y su exposición a los daños climatológicos. Actualmente grupos de danza son los que acuden a este lugar para dejar ofrendas principalmente en épocas solsticiales.

La cara poniente de la formación rocosa muestra una serie de petrograbados que fueron labrados aprovechando la superficie plana en este lado de la piedra, en la parte inferior del monumento encontramos labrados 13 cartuchos o recuadros que indica la primer trecena del calendario festivo en época prehispánica, el llamado Tonalpohualli que inicia la cuenta de 260 días con la fecha se cipactli (1 lagarto). Los últimos dos cartuchos se encuentran torcidos hacia arriba del lado derecho del monumento.

Una de las figuras representadas en la piedra 8 y la que se ha conservado en mejor estado) se trata de un conejo de cuerpo completo y visto de perfil, de su boca sale un elemento torcido que de acuerdo a lo que se conoce sobre las culturas prehispánicas representa la palabra y que se conoce como vírgula del habla. El conejo va acompañado por 10 círculos concéntricos que se encuentran frente al animal y que van en 2 hileras acomodadas horizontalmente, esto, posiblemente marcando una fecha calendárica: 10 conejo.

Justo detrás del conejo y estando de pie, encontramos una figura humana que sostiene un largo elemento y que está ligeramente volteado hacia la parte superior, según estudios iconográficos podría representar a un sacerdote que está sosteniendo un sahumador el cual parece estar utilizando ya que un extremo se ubica cercano a su boca, el personaje masculino tiene las piernas entreabiertas, lo que en la plástica prehispánica podría significar que el personaje va en movimiento, está parado sobre un gran brasero. 

Al costado derecho la Piedra del Tirador (como también es conocida) fueron labrados directamente sobre la roca 6 escalones que permitían el acceso a la parte superior del monumento y así poder acceder a un xicalli o depósito circular que se ha interpretado funcionaba como receptor de ofrendas. No es raro encontrar este tipo de muestras culturales en los cerros o volcanes de México ya que eran considerados aparte de “graneros” que contenían alimento, importantes puntos de culto para ciertas deidades como Tláloc, Tepeyólotl, Ehécatl entre otros. El monumento está viendo directamente a los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl, recordemos que esto tampoco es algo nuevo, en algunas de nuestras visitas hemos revisado que la ritualidad en torno a estos dos colosos es mucha en la Cuenca de México, como ejemplo podríamos mencionar la maqueta en la cima del cerro Xochitepéc en Xochimilco o la laguna artificial de Nahualac y su Tetzacualco.

Existe una figura más en la composición de la Piedra del Conejo, se trata de un ozomatli (mono) visto de perfil y de cuerpo completo, algunos estudios indican la presencia de una máscara bucal en forma de pico de ave, lo que nos remite a la posibilidad que se trate de una representación de Ehéctl-Quetzalcóatl, el Dios del viento, esto apoyado en la teoría de que los monos van relacionados íntimamente con este Dios ya que en una de las eras anteriores según los mitos, el mundo fue destruido por grandes vientos provocados por Ehécatl y que los hombres de esos tiempos fueron transformados en monos que huyeron a los cerros para resguardarse del cataclismo, lamentablemente esta representación es apenas perceptible debido a la erosión de los petrograbados.




Para saber más: Los petroglifos de Amecameca: Un monumento dedicado a la elección de Moctezuma Xocoyotzin, Leonardo López Luján, Noel Morelos García.


lunes, 20 de febrero de 2017

LA RECORDACIÓN FLORIDA


El documento titulado: Recordación Florida: 





Discurso historial, natural, material y político del reino de Guatemala; escrito por el capitán criollo guatemalteco Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán en 1690; es una crónica en la que el autor describe la cultura indígena de la época anterior a la conquista y refiere la genealogía de sus antiguos personajes y personajes principales,esforzándose en establecer nexos entre estas y las antiguas civilizaciones de la costa mediterránea: egipcia, hebrea, cartaginesa, babilónica, etc. 

De igual forma, basándose en la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España de Bernal Díaz del Castillo, también relata los sucesos que acontecieron durante el período de la conquista del territorio y de los hechos posteriores a la fundación de la ciudad de Santiago de Guatemala.

Describe a los conquistadores y enaltece sus características físicas, su personalidad y sus acciones bélicas. Narra sucesos cotidianos que hacían singular la vida de los primeros pobladores del reino.

Aporta datos sobre los grupos de población de la ciudad colonial de Santiago de Guatemala, asentada por entonces en el Valle de Panchoy. 

Informa sobre urbanismo, economía, política, creencias populares, vegetación, animales y medicina alternativa. 

El autor pretendió que el texto fuera una historia completa del reino de Guatemala, tanto de la del pasado indígena, como de la de la conquista y de la de la vida en el reino en la época posterior a aquélla.



jueves, 9 de febrero de 2017

ZONA ARQUEOLÓGICA DE COMALCALCO


En el siglo pasado, hacia 1880, Desiré Charnay visito Comalcalco, quedando asombrado ante: “Una montaña de vegetación exuberante, unas ruinas gigantescas, una multitud de pirámides de todos tamaños compuestas de tierra y ladrillos cosidos”… De hecho Charnay fue el primero que dejó una descripción del sitio; consideró que sus edificios tenían elementos arquitectónicos semejantes a los de Palenque; observó que algunas de sus construcciones habían sido decoradas con una rica ornamentación de estuco, que sus constructores utilizaron ladrillos con mezcla de cal y que algunos tenían curiosos dibujos. 

Pedro H. Romero visito también el lugar en 1892, el es el primero en determinar los sistemas de construcción del sitio, ya que hace exploraciones en la base de la Gran Acrópolis. En 1925 Franz Blom y Oliver La Farge llegan a Comalcalco verificando que las llamadas “torres de Charnay” resultaban ser templos de 2 pisos, en donde yacía el edificio llamado El Palacio. Todas esas estructuras fueron construidas de ladrillos. Fueron Blom y La Farge quienes dejaron un plano más detallado del centro ceremonial, numeraron los principales edificios y plazas; que descubrieron la tumba de los “Nueve Señores de la Noche”; ellos abrieron el camino a las exploraciones arqueológicas al enfatizar la importancia de dicho centro ceremonial. 

Así en 1956, Gordon F. Ekholm hizo algunas exploraciones en El Palacio, y en el Sistema del Este, en donde restauro el basamento del mascaron, Llevo a cabo la limpieza generar y la conservación de los monumentos explorados hasta entonces. 

En 1966, George Andrews levanto el mapa topográfico y arquitectónico de Comalcalco y agrego nuevos datos sobre la extensión del lugar y la arquitectura. Piedad Peniche Rivero y Lourdes Martínez Guzmán, en 1972, realizaron estratigrafías, descubren algunos entierros, y se establece la primera secuencia cronológica con sus características cerámicas. De 1972 a 1980, Ponciano Salazar Ortegón se hace cargo de Comalcalco y continúa con la exploración del centro ceremonial, especialmente los edificios de la Plaza Norte con el Templo 1, el cual reconstruye, En 1992 el arqueólogo Francisco Cuevas, realiza exploraciones en el edificio 3A de la Plaza Norte. 

En 1993-1994 el arqueólogo Ricardo Armijo Torres; realiza excavaciones en la parte superior de La Gran Acrópolis, liberando las Estructuras 1, 2, 3 y 4, los Templos IV y V. El Palacio y La Tumba de los nueve personajes generan una serie de acciones de conservación, en pro de este importante conjunto. 

Significado El sitio arqueológico toma su nombre de la población moderna de Comalcalco, fundada posiblemente durante el siglo XVI, por los españoles. Comalcalco deriva del nahua Comalli “comal” calli “casa” y el locativo Co “en “ por lo tanto podría traducirse como “en la casa de los comales” o “el lugar de la casa de los comales”, esto debido a la gran cantidad de ladrillos localizados y su semejanza con los comales utilizados en el centro de México. 

Importancia El sitio arqueológico de Comalcalco es de gran importancia para la historia del estado de Tabasco y para México dado el carácter único, valioso y extraordinario de su asentamiento, ya que es el único sitio abierto a la visita pública que está construido con ladrillo. 

La preservación de sus elementos arqueológicos como la arquitectura (los vestigios de este sitio es muestra de áreas de palacios – habitación de un centro ceremonial prehispánico particular, con un estado de conservación sobresaliente, así como de su área habitacional rural); la escultura como elemento ornamental arquitectónico, es de gran importancia por su contenido simbólico y de alta calidad estética, además de su sobresaliente material de construcción. 

Comalcalco representa en la historia de la región la frontera más al este de la expansión maya en la costa del Golfo de México. Por su temporalidad, poco antes del colapso general de la civilización maya, es un ejemplo de la ciudad del periodo Clásico Tardío. 

Es la única ciudad maya de cierta relevancia, conocida hasta ahora, donde se construyeron edificios abovedados de mampostería usando ladrillos cocidos en vez de piedra caliza. 

Acceso La zona arqueológica se sitúa a 2 km del municipio del mismo nombre. Si el punto de partida es Villahermosa, la distancia a recorrer es de 65 km. Tomar la carretera federal núm. 180 con destino a Cárdenas hasta la desviación con rumbo a la ciudad de Comalcalco. 

Recomendaciones Áreas restringidas a la visita: Actualmente por cuestiones de conservación e investigación, la zona arqueológica cuenta con algunos espacios a los cuales se ha restringido el acceso, como son: Templo I, Templo II, Templo III-A, Templo III-B, Templo VI, Templo VII y Templo VIII y algunos sectores del Palacio que están delimitados por cuerda blanca y letreros prohibitivos. 

De marzo a junio es una época muy marcada de calor, por lo que les sugerimos utilizar vestuario fresco y calzado cómodo, posteriormente de julio a febrero debido al clima generalmente cálidohúmedo que predomina en la región con frecuentes lluvias, le sugerimos, utilizar calzado antiderrapante, y portar consigo impermeable ó paraguas, además de repelente para mosquitos y agua para beber. 





Por George Gammel Angell 

Sitio web o redes sociales:
http://www.inah.gob.mx/paseos/comalcalco/ 
http://inah.gob.mx/zonas/9-zona-arqueologica-de-comalcalco 
http://inah.gob.mx/red-de-museos/259-museo-de-sitio-de-comalcalco https://www.youtube.com/watch?v=-_6YJUJNpHY

miércoles, 8 de febrero de 2017

LA ADUANA DE PULQUE Y EL CONSUMO DE PULQUE EN EL PERIODO VIRREINAL 

Gerardo Antonio Ramírez García


Las garitas surgen en el curso del siglo XVII, originalmente eran guarniciones de carácter tributario, dado que se dedicaban a cobrar las alcabalas por los productos que pasaban por ellas evitando así el contrabando. El paso para los arrieros y cargadores de mercancías por estas construcciones era obligatorio y se realizaba durante el día, por lo que las garitas servían también para que los mercaderes pernoctaran en espera de que sus mercancías se gravaran y cobraran. Se construyeron 32 garitas en las inmediaciones de la Ciudad de México, diez y nueve en los exteriores (o llamadas altas) y trece garitas en los caminos de salida de la ciudad (o bajas) siguiendo el trazo de las antiguas calzadas prehispánicas así como por los caminos hechos por los españoles: Tepito, San Lázaro (cerca de la Cámara de Diputados), Candelaria, La Viga (calz. La Viga y Eje 3 Sur), Coyuya (hacia el camino a Mixiuhcan), San Antonio Abad (por metro Chabacano antes de llegar a Viaducto), La Piedad (por Parque Delta), Calvario, Belén (Av. Chapultepec y Bucareli, cerca de la cárcel homónima), San Cosme o Tlaxpana (en la antigua calzada de Tlacopan, hoy Rivera de San Cosme y Circuito Interior, por el panteón americano de 1847), Nonoalco (sobre calzada de los Gallos), Santiago o Vallejo (saliendo por la antigua calzada Tlatelolco-Tenayocan, hoy calzada Vallejo) y Peralvillo.




La Garita de Peralvillo se encontraba en el límite norte de la ciudad de Mexico, y del barrio de Tlatelolco, se construyó a finales del siglo XVIII en el barrio que lleva este nombre, en tiempo de la Colonia fue el lugar en donde se pagaban los impuestos del pulque de las haciendas ubicadas en la región de norte de la ciudad, Tlaxcala y los Llanos de Apán que surtían a las pulquerías de la ciudad de México por aquel entonces.

Con la perdida de los valores de comportamiento de la época prehispánica se dio la transformación de la ebriedad como un factor común en la sociedad colonial, que ya desde Europa lo venían sufriendo los españoles con el vino, por ejemplo, si bien la ebriedad aquí era también considerada un mal a mediano y largo plazo por el cual se establecieron leyes muy estrictas, mismas que la corona española trató de amoldar a la nueva realidad. Sin embargo el consumo de pulque se generalizó al ser la bebida de acceso inmediato en los primeros años de la colonia y del virreinato, por la falta de vino entre los españoles y agua corriente para consumo en la población en las obras de reconstrucción de Tenochtitlan que hicieron del pulque la bebida recurrida para los indígenas mexicas sobrevivientes y los llegados en calidad de trabajadores de la reconstrucción de la ciudad por las políticas de repartimiento. Lo cual consolidó su popularidad en la gran mayoría los sectores sociales nacientes (mestizos y castas) en la segunda mitad del siglo XVI y con ello las autoridades civiles y religiosas poco pudieron hacer para detener su consumo y abusos, por medio de Bandos y Cédulas Reales, sermones y sermonarios, crónicas y testimonios, para finalmente encauzar a las cajas reales los gravámenes al otro licor divino así como los montos de las penalizaciones en caso de llevarse a cabo por medio del Asiento del Pulque en 1668, con tal de financiar obras públicas.




Más información en http://www.cdi.gob.mx

jueves, 2 de febrero de 2017

LAS BONDADES DEL EPAZOTE 

El epazote es una hierba que abunda en el valle de México y en los estados norteños de Chihuahua, Durango y Sonora. Su nombre proviene del náhuatl epazotl que significa “hierba olorosa”. Conocido entre los mazahuas como chimi, kuatsitasi por los purépechas, koko ón, kokono´ por los tzotziles, por mencionar algunas etnias. Existen varias especies de epazote, hay verde y morado, con y sin semilla, y una en especial conocida como “hierba del zorrillo”, porque despide un olor fétido muy fuerte. 

La referencia más antigua del epazote se encontró en el Códice Florentino --siglo XVI-- que menciona al epazotl, como hierba olorosa, altilla y delgada. Ya desde entonces se reconocían sus propiedades curativas contra el asma o para arrojar animales nocivos del vientre (disentería), y su uso comestible. 

En cuanto a su “poder” curativo, la medicina popular en las comunidades rurales indígenas recomienda un té de epazote sin que el paciente esté presente, pues se dice que "las lombrices huelen el medicamento y ya no salen". Otros padecimientos son los cólicos menstruales "ocasionados por bañarse con agua fría o comer cosas irritantes, cuando se está reglando"; utilizado para acelerar las contracciones uterinas durante el parto o para eliminar entuertos a la parturienta. 

Caso contrario como abortivo, para aliviar la esterilidad para limpiar la matriz o "purgar" a la mujer después del parto aplicándolo mediante lavados vaginales. 

Durante el puerperio, si las madres no tienen suficiente leche para amamantar a sus hijos, las parteras nahuas de Morelos, recomiendan atole de chocolate con epazote. Incluso para bañar al recién nacido descriado y contra el "enfado". Se dice que es útil contra picadura de alacrán y verrugas; aplicado en emplasto, junto con tabaco y sal, sirve para las heridas y, con menor frecuencia, sirve contra dolor de muelas. Para curar contra “el espanto”, los curanderos en el estado de Morelos rezan tres credos cerca de la oreja del enfermo, "empazotan" todo su cuerpo y lo acuestan al rayo del sol para que sude la enfermedad mientras siguen rezando. En cambio, los matlatzincas mojan el epazote con alcohol, le dan limpias al enfermo, después le dan a oler y al final el enfermo tiene que tirar la planta al río para que se lleve la enfermedad. 

En la medicina indígena de Chiapas, se emplea el epazote para tratar el shenel, un mal causado por comer muchos alimentos "fríos" o porque Dios manda la enfermedad como un castigo ligero. Los tzotziles de Zinacantan, siempre incluyen el epazote en los rituales del bautismo y matrimonio, ocasiones en que hay una "comida a la mesa" (que se sirve en el piso de tierra), la cual sigue una forma meticulosamente prescrita que incluye siempre aguardiente de caña, tortillas, pollo cocido en caldo de chile, sal y epazote. 

Además de los usos medicinales, los indígenas prehispánicos preparaban una serie de salsas y guisos coloridos a base de tomate, chile y hierbas aromáticas, entre las cuales el epazote jugó un papel muy importante. 

Actualmente, en todo el país, destaca su empleo para condimentar diversos platillos de la cocina mexicana: los esquites, la pancita, los frijoles de la olla, el chicharrón en salsa verde o roja, caldo de la virgen, con pescado, en algunos tipos de tamal o combinado con hongos, flor de calabaza, entre otros.




 Alejandra Salazar 

Para conocer más: http://www.medicinatradicionalmexicana.unam.mx/monografia.php?l=3&t=epazote&id=7646

miércoles, 1 de febrero de 2017

EL TAMAL: UNA TRADICIÓN VIVA


La importancia cultural del tamal es enorme, como lo muestra la Arqueología, era sustento tanto para la gente común como para nobles y sacerdotes, tal como lo describe Fray Bernardino de Sahagún en su Historia general de las cosas de la Nueva España siglo XVI  y otros autores de menor antigüedad.

Fue de gran relevancia en rituales religiosos, en ofrendas y tumbas.

Su preparación y consumo formaban parte de ceremonias especiales o de ayuno: en la fiesta del Atamalcualiztli (ingesta de los tamales de agua), la festividad de Izcalli al final del año junto con el ritual del Huauhquiltamalcualiztli, donde se preparaban tamales especiales de amaranto llamados huauhquiltamalli o chalchiuhtamalli; se ofrecían a la deidad del fuego y a los difuntos, honraban a los niños recién nacidos, se usaban en los rituales de matrimonio e, incluso, como suministro a los guerreros.

En la obra mencionada, Sahagún dice: 

“Comían también tamales de muchas maneras; unos de ellos son blancos y a manera de pella, hechos no del todo redondos ni bien cuadrados… Otros tamales comían que son colorados…”

Aunque existe un estudio de investigación que registra 370 tipos de tamal en todo el país, se calcula que la variedad de tamales es de más de 1,000 en todo México. Dentro de esa inmensa variedad, los tamales se distinguen, en la mayoría de las entidades federativas, ya sea por el tamaño (los hay en miniatura, pequeños, grandes y tamaño familiar), por la presentación (envueltos en hojas de maíz o de plátano), por el relleno (de frijol, de huevo duro, de pasitas, de semillas, con guisados de carne de res, de pollo o de puerco, de mariscos o pescado), por su color (amarillos, blancos, rojos, rosas, verdes), por su sabor (dulces, picantes, salados), horneados o cocidos y hasta por la fecha en la que se acostumbra su preparación y consumo.

A manera de anécdota, cuentan que por ahí de principios del siglo pasado, algún pomposo y barroco poeta provinciano se expresó así: 

“Los tamales, tan antiguos como México mismo, eran deliciosos pastelillos de maíz envueltos en listoncillos naturales que, saliendo de la vaporosa olla, estaban destinados para adornar al igual que las mesas de los emperadores aztecas, las meriendas de las fiestas mexicanas”.

Y no estuvo tan perdido, pues así como en el pasado, los tamales son parte importante de las comidas diarias de los mexicanos; no se diga en los bautizos, las bodas, los cumpleaños, en las posadas de temporada navideña. También se usan, específicamente, como ofrenda en las fiestas del Día de Muertos (1 y 2 de noviembre) y del Día de la Candelaria (2 de febrero).
La tradición dicta que la persona que encontró un pequeño muñeco representando al Niño Dios dentro de la Rosca de Reyes (5 de enero) debe invitar los tamales el Día de la Candelaria a los comensales presentes.





Alejandra Salazar


Fuente consultada:
•Verti, Sebastián; “Esplendor y grandeza de la Cocina Mexicana”. Primera Edición, Noviembre de 1994; Ed. Diana.