domingo, 8 de enero de 2017

Ojo de Dios


Cuenta la leyenda Wixarika que Kauyuma’li (el venado azul) fue uno de los dioses que dio forma al mundo, pudo ver todo lo que estaba dentro de la tierra y todo lo que estaba por encima de la tierra cuando miró a través de un si’kuli (ojo de Dios). 

La forma del si’kuli hace referencia a los cinco puntos cardinales y a los cinco rumbos del universo. (Norte, Sur, Este, Oeste y el centro, punto de partida del todo).

El ojo de Dios dentro de la cosmovisión Wixarika es una ofrenda que se hace a los dioses para pedir por el buen crecimiento de los niños. Un elemento que sintetiza la cosmovisión de su pueblo. 

Los padres son los encargados de elaborar el ojo de dios que sus hijos llevarán a la fiesta del tambor, es en esta fiesta que los niños y las niñas son presentados a los dioses y son iniciados en la vida ceremonial del pueblo Wixarika.

Para esto, los si’kuli son colocados sobre la cabeza de los menores,
lo que permite a los dioses ver y observar a cada niño y niña de manera personal. 

El número de rombos de cada si’kuli representa la edad del niño o de la niña, así tenemos que este elemento no es meramente ornamental, sino que es la vida misma para los miembros de la comunidad, las vueltas al si’kuli se van dando conforme los años que vaya cumpliendo la persona.

Este elemento se vuelve preponderante dentro de la cosmovisión del pueblo Wixarika ya que también sus lugares de peregrinaje forman un rombo dentro de la percepción del pueblo y el centro está marcado por Wirikuta, punto medular dentro de su cosmovisión, que es donde nace el sol.






Viajaremos a un sitio donde se han encontrado estos mismos elementos pero bajo un contexto totalmente arqueológico. 

El antiguo sitio de Caral en Perú que se considera uno de los asentamientos humanos más antiguos del continente ha arrojado este tipo de elementos hallados en contextos arqueológicos relacionados con conjuntos departamentales de la antigua ciudad. 

De manera general, el llamado también “ojo de Dios” se forma un armazón de carricillos colocados en forma de cruz o equis sobre la que se teje una cobertura con hilo de algodón de varios colores a
modo de espiral, partiendo de la unión de la intersección de los carricillos. 

El aspecto final es con forma de rombo o rectángulo.

Para los especialistas sobre esta cultura, los “ojos de Dios” se relacionan directamente con la forma de concepción que se tenía del mundo en la ciudad de Caral, aunque también se piensa que estos elementos pueden estar relacionados con ciertas especificidades en cuanto al oficio desarrollado por ciertos estratos sociales en Caral, estos elementos fueron hallados funcionando como ofrendas entre los rellenos constructivos de ciertos emplazamientos arquitectónicos.




Tenemos registro del hallazgo de objetos muy similares aunque de menos antigüedad en la bahía de Paracas y que se encontraron bajo contexto arqueológico asociados a una tumba del periodo arcaico o precerámico en un sitio conocido como Huaca San Marcos y en algunas tumbas del valle de Chancay.

Esta tradición sigue viva entre diferentes tribus de la Amazonía Peruana como los Shípibo que la siguen confeccionando aunque el significado se ha perdido un poco ya que las fabrican para vender como artesanía a los turistas, la relación entre los Wirraikas de México, los Shípibos de la Amazonía Peruana y los ejemplos hallados bajo un contexto arqueológico en la antigua ciudad de Caral no quedan muy claros.




Podríamos suponer que se trata de un símbolo extendido entre las diferentes culturas antiguas del continente y que es la manera de representar algo tan importante como los rumbos sagrados del Universo, para los nahuas prehispánicos esta misma manera de representar puntos cardinales a partir de los vértices de dos barras cruzadas (que para algunos asemejaría una cruz) está documentado en sus códices y antiguos manuscritos recopilados por los frailes españoles como Sahagún.





Bibliografía:
González Paola (2009), La tradición de arte chamánico Shipibo-Conibo (Amazonía Peruana) y su
relación con la cultura Diaguita chilena, Boletín del Museo chileno de Arte Precolombino, Santiago
de Chile.
Miranda Medina Héctor M. (2011), El alimento de los dioses: mito, alteridad y caldos rituales
huicholes, Universidad Autónoma de San Luis, México.
Solís Shady Ryth (2002), Caral-Supe y su entorno natural y social en los orígenes de la civilización,
Universidad Nacional Mayor de San Carlos, Perú.

Texto: Arvin Hernández Villaseñor

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