martes, 21 de marzo de 2017

El ombligo Museo Nacional de Antropología


El arquitecto Ramírez Vázquez que diseñó el Museo Nacional de Antropología también ideó una escultura para que fuera el emblema del nuevo y fastuoso museo, para esto, ideó la manera de integrar un patio central a partir del cual se distribuirían las salas de exposición. Una enorme fuente conocida como “el paraguas” es el centro y ombligo arquitectónico del museo, muy posiblemente haciendo referencia a uno de los 5 árboles sagrados que en el mito están plantados en los diferentes rumbos horizontales del cosmos.


Esa cubierta colgante se encuentra entre las más extensas del mundo y cubre un espacio de 84 por 52 metros y sirve como punto de reunión principal para los visitantes del museo desde donde pueden elegir la siguiente sala a visitar y así mismo para poder refugiarse de lluvia o de un extenuante sol, esta estructura está reforzada por cables hidráulicos que van desde la estructura superior hasta los edificios aledaños. Lo que destaca de esta composición arquitectónica es la placa de bronce que fue utilizada para recubrir el pilar central, este elemento fue ideado por Jaime Torres Bodet quien encargó a los hermanos Chávez Morado su construcción, la obra de titula “la imagen de México” y utiliza un concepto básico para las antiguas culturas mesoamericanas: la manera de concebir el universo y sus rumbos cardinales.

Toda la ornamentación del pilar central se llevó a cabo en alto relieves que tienen diferentes visiones para sus diseñadores y los hermanos Chávez Morado que lo llevaron a cabo:

Cara este: Integración de México.

En la base de la columna presenta una composición representando el pasado prehispánico de México con la aparición del águila y el jaguar, el día y la noche y manifestaciones mitológicas de Huitzilopochtli y Tezcatlipoca, entre ellos un sol naciente y una espada de acero toledano que representa el choque de dos mundos distintos, la punta de la espada penetra en un gran árbol de ceiba, que es sagrado para los mayas, en la parte superior de este árbol aparecen dos rostros, el de un indígena y el de un español, refiriendo a la naciente nueva población mexicana y sus raíces, en el capitel se encuentra un águila, símbolo nacional por excelencia.

Cara oeste. Proyección de México.

La proyección hacia el mundo inicia con las costas occidentales de México y una expedición que de acuerdo a los datos de la creación del museo se refiere a la navegación hacia las Filipinas, a partir de la composición prehispánica encontramos dos elementos que aparecen en los códices mesoamericanos: una corriente de agua y un sol poniente, haciendo referencia a lo que López Austin nombra como opuestos complementarios, dualidad para muchos otros, en el fuste de la columna, de nuevo la ceiba es atravesada por una viga de acero y también una rosa de los vientos, sobre la ceiba, que desplanta su follaje con la firma de una fisión nuclear, y como capiel, aparece un hombre con los brazos extendidos y las entrañas descubiertas acompañado por dos ramas de olivo y una paloma, símbolo universal de paz.
  
Caras norte y sur. La lucha del pueblo mexicano por su libertad.

Aquí podemos observar tres armas que hieren el cuerpo de la columna y que separadas, corresponden a cada una de nuestras tres etapas formativas como sociedad: Independencia, Reforma y Revolución Agraria, el capitel va coronado y decorado con motivos prehispánicos que corresponden a la iconografía utilizada en códices para representar la bóveda celeste. Esta composición escultórica acompañada de la estructura superior que va adherida a los edificios a su alrededor por medio de gruesos cables intenta proveer del concepto de universalidad al museo.



Para saber más:

Museo Nacional de Antropología Gestación, proyecto y construcción, Pedro Ramírez Vázquez.

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