El ombligo Museo Nacional de Antropología
El arquitecto Ramírez Vázquez que diseñó el Museo Nacional de
Antropología también ideó una escultura para que fuera el emblema del nuevo y
fastuoso museo, para esto, ideó la manera de integrar un patio central a partir
del cual se distribuirían las salas de exposición. Una enorme fuente conocida
como “el paraguas” es el centro y ombligo arquitectónico del museo, muy
posiblemente haciendo referencia a uno de los 5 árboles sagrados que en el mito
están plantados en los diferentes rumbos horizontales del cosmos.
Esa cubierta colgante se encuentra entre las más extensas del mundo
y cubre un espacio de 84 por 52 metros y sirve como punto de reunión principal
para los visitantes del museo desde donde pueden elegir la siguiente sala a
visitar y así mismo para poder refugiarse de lluvia o de un extenuante sol,
esta estructura está reforzada por cables hidráulicos que van desde la
estructura superior hasta los edificios aledaños. Lo que destaca de esta
composición arquitectónica es la placa de bronce que fue utilizada para
recubrir el pilar central, este elemento fue ideado por Jaime Torres Bodet
quien encargó a los hermanos Chávez Morado su construcción, la obra de titula
“la imagen de México” y utiliza un concepto básico para las antiguas culturas
mesoamericanas: la manera de concebir el universo y sus rumbos cardinales.
Toda la ornamentación del pilar central se llevó a cabo en alto
relieves que tienen diferentes visiones para sus diseñadores y los hermanos
Chávez Morado que lo llevaron a cabo:
Cara este: Integración de México.
En la base de la columna presenta una composición representando el
pasado prehispánico de México con la aparición del águila y el jaguar, el día y
la noche y manifestaciones mitológicas de Huitzilopochtli y Tezcatlipoca, entre
ellos un sol naciente y una espada de acero toledano que representa el choque
de dos mundos distintos, la punta de la espada penetra en un gran árbol de
ceiba, que es sagrado para los mayas, en la parte superior de este árbol aparecen
dos rostros, el de un indígena y el de un español, refiriendo a la naciente
nueva población mexicana y sus raíces, en el capitel se encuentra un águila,
símbolo nacional por excelencia.
Cara oeste. Proyección de México.
La proyección hacia el mundo inicia con las costas occidentales de
México y una expedición que de acuerdo a los datos de la creación del museo se
refiere a la navegación hacia las Filipinas, a partir de la composición
prehispánica encontramos dos elementos que aparecen en los códices mesoamericanos:
una corriente de agua y un sol poniente, haciendo referencia a lo que López
Austin nombra como opuestos complementarios, dualidad para muchos otros, en el
fuste de la columna, de nuevo la ceiba es atravesada por una viga de acero y
también una rosa de los vientos, sobre la ceiba, que desplanta su follaje con
la firma de una fisión nuclear, y como capiel, aparece un hombre con los brazos
extendidos y las entrañas descubiertas acompañado por dos ramas de olivo y una
paloma, símbolo universal de paz.
Caras norte y sur. La lucha del pueblo mexicano por su libertad.
Aquí podemos observar tres armas que hieren el cuerpo de la columna
y que separadas, corresponden a cada una de nuestras tres etapas formativas
como sociedad: Independencia, Reforma y Revolución Agraria, el capitel va
coronado y decorado con motivos prehispánicos que corresponden a la iconografía
utilizada en códices para representar la bóveda celeste. Esta composición
escultórica acompañada de la estructura superior que va adherida a los
edificios a su alrededor por medio de gruesos cables intenta proveer del
concepto de universalidad al museo.
Para saber más:
Museo Nacional de Antropología Gestación, proyecto y construcción, Pedro
Ramírez Vázquez.
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