Cuando Huémac era tlatoani de Tula, les
ordenó a los nonohualcas que lo cuidaban, que le llevasen a su casa una mujer
que tuviera cuatro palmas de caderas. Cuando se la llevaron, Huémac se dio
cuenta que no tenía las medidas por él solicitadas y les reclamó. Los
nonohualcas se enojaron ante el reclamo y decidieron pelear contra los toltecas
al grito de ¡Muera Huémac! El rey huyó y se fue a refugiar a una cueva de
Cincalco. Pero encontraron su escondite, lo sacaron y lo mataron a flechazos.
Al morir el tlatoani, la ciudad de Tula cayó por unas amplias caderas no
encontradas.
Un buen día, siendo rey de Tula Huémac,
decidió jugar con los tlaloques, los dioses de la lluvia, al sagrado juego de
pelota. Los jugadores decidieron que el equipo que ganase tendría como premio
chalchihuites y plumas de quetzal. El vencedor fue Huémac y los tlaloques le
entregaron elotes y hojas de maíz verde.
Ante la burla, Huémac montó en cólera y
exclamó: ¿Por ventura, eso es lo que gané? ¿Acaso no chalchihuites? ¿Acaso no
plumas de quetzal? De mala gana los tlaloques le entregaron el premio acordado,
pero rencorosos deciden molestarlo haciéndole pasar dificultades por no menos
de cuatro años.
Primero le enviaron una fuerte helada que
quemó las cosechas y los frutos de la tierra; luego, provocaron un calor
tremendo que ocasionó que los magueyes, los nopales y los árboles se secaran,
todo se rompió a causa de ese espantoso calor, y los toltecas fenecieron de
hambre.
A los cuatro años, los tlaloques
aparecieron en Chapultepec y anunciaron que los toltecas se acabarían.
Entonces, un sacerdote de Tláloc apareció en el lago de Chapultepec y le envió
un mensaje a Huémac para que la hija de Tozcuecuex fuera sacrificada. Al oír el
mensaje Huémac se puso muy triste, pero debía cumplir. Entonces envio a sus
mensajeros para que trajesen a la jovencita Quetzalxotzin a la que sacrificaron
después de ayunar por cuatro días. Los tlaloques pusieron su corazón en una
jícara y dijeron: – ¡Aquí está lo que han de comer los mexicanos, porque ya se
acabará el tolteca! Cuatro días estuvo lloviendo, y volvió a crecer la
vegetación. Huémac se fue a Cincalco.
Huémac, apesadumbrado por el fin de su
pueblo, va hacia Chapultepec, en un año 7 Conejo (1162 d.C), a la cueva de
Cincalco, la Casa del maíz, donde los registros señalan tres desenlaces de este
rey sin imperio: se ahorcó, su misma gente lo flechó, o bien, se asegura, ya no
salió de la gruta misteriosa.
Tiempo después, en la época donde los
españoles llegaron al territorio mesoamericano, existe el mito de continuidad
en Cincalco, en este caso, Moctezuma Xocoyotzin intenta entrar al Cincalco en 2
ocasiones para ahorcarse como su antepasado por la tristeza que lo embargaba,
siéndole impedido por “Yáotl” una de las advocaciones de Tezcatlipoca como “el
guerrero”, se le decía que no era su tiempo, que no tenía permitido el paso,
fue hasta la tercera vez que lo intentó que logró la aprobación del Dios, pero
estando en la entrada de la cueva este se arrepintió y regreso a Tenochtitlán,
esto rompió con el ciclo mitológico y cambió el movimiento del cosmograma,
Moctezuma debía haber muerto en Cincalco, pero su arrepentimiento devino con
los final del mundo mesoamericano.
Para saber más:
La interpretación del mito en La filosofía
náhuatl estudiada en sus fuentes, 1956-2006, Cruz Alberto González Díaz.
La filosofía náhuatl: estudiada en sus
fuentes, Miguel León Portilla.
Huémac: el fiero de Cincalco, Janice Dewey.
No hay comentarios:
Publicar un comentario