lunes, 6 de marzo de 2017

EL ROBO EN EL MUSEO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA

En artículos pasados hemos hablado sobre la riqueza del Museo Nacional de Antropología, esto mismo se ve reflejado en su impresionante acervo. El valor real de estas piezas es la referencia histórica de sociedades pretéritas que habitaron este territorio, es a partir de este concepto que no podemos decir que las piezas tengan un valor monetario como tal, ya que se trata de vestigios físicos de riqueza invaluable y que representan con orgullo y de manera silente el grandioso pasado prehispánico del pueblo mexicano. 

Lamentablemente en el mercado negro y de tráfico de bienes arqueológicos, estas piezas sí suelen tener un valor monetario e incluso hay casas de subasta muy famosas alrededor del mundo que intentan poner a la venta parte de este pasado con pujas que superan los miles de euros, no solo eso, particulares ven como una especie de galardón el hecho de adornar sus hogares con este tipo de arte prehispánico. Es por esto que el mercado negro siempre se ha visto alimentado y fortalecido por este tipo de personas, como bien dicen, mientras haya demanda habrá oferta, sin importar lo que se tenga que hacer para conseguirlo. 


En diciembre de 1985, solo unos meses después del terrible terremoto que sacudió a la Ciudad de México, el Instituto Nacional de Antropología e Historia emitió un boletín donde mencionaba que por obras de restauración en la subestación eléctrica que alimentaba al museo y debido a daños por el terremoto, este cerraría sus puertas del 25 al 27 de diciembre. 

El 25 de diciembre, por una de las rejas perimetrales del recinto, penetraron dos personas (según los reportes oficiales). Estas personas de las que se conocen sus nombres pero por motivo de no darles fama decidí no redactar sus nombres en este texto, ingresaron de madrugada y entraron a la sala maya del recinto por medio de los ductos de aire acondicionado. Según investigaciones permanecieron por espacio de 3 horas en el interior del museo, tiempo en el que extrajeron 140 piezas de las salas maya, mexica y de las culturas de Oaxaca, salieron siguiendo el mismo camino por el que entraron, los custodios del museo no se percataron ya que se encontraban celebrando la navidad. 


Casi con seguridad estas personas o recibieron instrucciones precisas sobre las piezas que necesitaban sustraer, o dejaron manifiesto el conocimiento de este tipo de elementos, ya que no siempre lo más grande o llamativo es lo más valioso, el valor radica en su manufactura, la delicadeza de su trabajo o la dificultad del mismo, es por eso que se centraron en objetos que sin problemas metieron en dos maletas, entre las piezas más representativas que fueron hurtadas estaba la máscara de piedra verde del Dios murciélago, el pectoral de Yanhuitlán Oaxaca, muchas de las joyas del ajuar funerario de Pakal que procede del Templo de las Inscripciones en Palenque Chiapas y la vasija de obsidiana negra representando un monito. 

A partir de esto, el Museo Nacional de Antropología hizo un inventario de sus piezas y se instalaron cámaras en el recinto, en el año de 1989 la PGR descubrió 111 objetos, entre ellos los mencionados arriba en un closet de una casa en una colonia de Lomas Verdes en la Ciudad de México. El problema radica en que el Instituto Nacional de Antropología e Historia no tenía un inventario confiable al momento del robo, así que realmente nunca conoceremos el número de lotes de piezas robados y cuántas son las piezas que a la fecha faltan en el acervo del museo. 

No es nuevo tener historias de este tipo en México, existe también una muy famosa historia que ya relataremos en otra ocasión de un gran monumento que fue extraído del sitio arqueológico y cortado con sierras hidráulicas, afortunadamente fue recuperado y hoy en día el llamado Friso de Placeres reposa de nuevo en una de las paredes principales de la sala maya del Museo Nacional de Antropología. 



Para saber más: http://mna.inah.gob.mx/index.html
Revista digital En Todamérica.

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