EL ROBO EN EL MUSEO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA
En artículos pasados hemos hablado sobre la riqueza del Museo Nacional de Antropología, esto
mismo se ve reflejado en su impresionante acervo. El valor real de estas piezas es la referencia
histórica de sociedades pretéritas que habitaron este territorio, es a partir de este concepto que no
podemos decir que las piezas tengan un valor monetario como tal, ya que se trata de vestigios físicos
de riqueza invaluable y que representan con orgullo y de manera silente el grandioso pasado
prehispánico del pueblo mexicano.
Lamentablemente en el mercado negro y de tráfico de bienes arqueológicos, estas piezas sí suelen
tener un valor monetario e incluso hay casas de subasta muy famosas alrededor del mundo que
intentan poner a la venta parte de este pasado con pujas que superan los miles de euros, no solo
eso, particulares ven como una especie de galardón el hecho de adornar sus hogares con este tipo
de arte prehispánico. Es por esto que el mercado negro siempre se ha visto alimentado y fortalecido
por este tipo de personas, como bien dicen, mientras haya demanda habrá oferta, sin importar lo
que se tenga que hacer para conseguirlo.
En diciembre de 1985, solo unos meses después del terrible terremoto que sacudió a la Ciudad de
México, el Instituto Nacional de Antropología e Historia emitió un boletín donde mencionaba que
por obras de restauración en la subestación eléctrica que alimentaba al museo y debido a daños por
el terremoto, este cerraría sus puertas del 25 al 27 de diciembre.
El 25 de diciembre, por una de las rejas perimetrales del recinto, penetraron dos personas (según
los reportes oficiales). Estas personas de las que se conocen sus nombres pero por motivo de no
darles fama decidí no redactar sus nombres en este texto, ingresaron de madrugada y entraron a la
sala maya del recinto por medio de los ductos de aire acondicionado. Según investigaciones
permanecieron por espacio de 3 horas en el interior del museo, tiempo en el que extrajeron 140
piezas de las salas maya, mexica y de las culturas de Oaxaca, salieron siguiendo el mismo camino
por el que entraron, los custodios del museo no se percataron ya que se encontraban celebrando la
navidad.
Casi con seguridad estas personas o recibieron instrucciones precisas sobre las piezas que
necesitaban sustraer, o dejaron manifiesto el conocimiento de este tipo de elementos, ya que no
siempre lo más grande o llamativo es lo más valioso, el valor radica en su manufactura, la delicadeza
de su trabajo o la dificultad del mismo, es por eso que se centraron en objetos que sin problemas
metieron en dos maletas, entre las piezas más representativas que fueron hurtadas estaba la
máscara de piedra verde del Dios murciélago, el pectoral de Yanhuitlán Oaxaca, muchas de las joyas
del ajuar funerario de Pakal que procede del Templo de las Inscripciones en Palenque Chiapas y la
vasija de obsidiana negra representando un monito.
A partir de esto, el Museo Nacional de Antropología hizo un inventario de sus piezas y se instalaron
cámaras en el recinto, en el año de 1989 la PGR descubrió 111 objetos, entre ellos los mencionados
arriba en un closet de una casa en una colonia de Lomas Verdes en la Ciudad de México. El problema
radica en que el Instituto Nacional de Antropología e Historia no tenía un inventario confiable al
momento del robo, así que realmente nunca conoceremos el número de lotes de piezas robados y
cuántas son las piezas que a la fecha faltan en el acervo del museo.
No es nuevo tener historias de este tipo en México, existe también una muy famosa historia que ya
relataremos en otra ocasión de un gran monumento que fue extraído del sitio arqueológico y
cortado con sierras hidráulicas, afortunadamente fue recuperado y hoy en día el llamado Friso de
Placeres reposa de nuevo en una de las paredes principales de la sala maya del Museo Nacional de
Antropología.
Revista digital En Todamérica.
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